Felicidad e igualdad: el eslabón perdido
Published on Tue, 2011-06-28 20:24
Fuente: Inequality.org
Un estudio clave llevado a cabo en Estados Unidos muestra que si el crecimiento económico no se distribuye por igual, la gente nunca va a crecer feliz.
Los ciudadanos de EE.UU. se han calificado, en las últimas cuatro décadas, en promedio más felices “en tiempos de relativa igualdad de ingresos”. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio realizado por tres psicólogos — Shigehiro Oishi y Selin Kesebir, de la Universidad de Virginia y Ed Diener de la Universidad de Illinois — , titulado “Income Inequality and Happiness” (Inequidad de ingreso y felicidad) y publicado en la prestigiosa revista Psychological Science.
Otra de las principales conclusiones del informe es que los estadounidenses no han llegado a ser más felices en los últimos 50 años debido a que se han vuelto más desiguales. La riqueza de las familias promedio de Estados Unidos se ha duplicado desde 1962. Sin embargo, como muestran los datos de la Encuesta Social General desde 1972 a 2008, en las últimas décadas los estadounidenses se han vuelto, en promedio, menos confiados y menos convencidos de vivir en una sociedad justa. Y esta desconfianza y sensación de injusticia coinciden significativamente con los niveles de desigualdad.
“Los estadounidenses fueron, en promedio, más felices en los años con menos desigualdad del ingreso que en los años con mayor desigualdad de ingreso [en tanto] la relación inversa entre la desigualdad del ingreso y felicidad se explica por la percepción de equidad y la confianza en general. Es decir, los estadounidenses confiaron menos en los demás y percibieron a los demás como menos justos en los años con mayor desigualdad del ingreso que en los años en que éste ha sido menos desigual”.
Cabe señalar que la asociación negativa entre la desigualdad del ingreso y la felicidad es sostenida por los encuestados con ingresos más bajos, pero no por la clase media-alta y los grupos de ingresos más altos. El 20% de los estadounidenses no muestra ninguna interrelación aquí: los estadounidenses más ricos tampoco muestran menor felicidad en aquellos años en que aumenta la desigualdad del ingreso. En este sentido, el informe señala que la gente con menor ingreso “percibe el mundo como injusto solamente si los ricos se hacen más ricos”, y esta “gran disparidad de ingreso”, a su vez, “habrá de desarticular y dividir” a sus comunidades, dejando a la gente de menor ingreso con menos confianza en los demás".
Ingresos y confianza
El informe encontró que el vínculo negativo entre desigualdad de ingreso y felicidad de los encuestados con bajos ingresos es explicado no por el ingreso familiar más bajo, sino por la percepción de injusticia y falta de confianza. La gente con bajos ingresos no es menos feliz simplemente porque sus ingresos familiares estén bajando en años de creciente desigualdad; los investigadores encontraron que son los “bajos niveles de percepción de equidad y confianza”, y no el ingreso reducido, los factores “que hicieron que los estadounidenses de bajos ingresos se sintiesen menos felices en los años con mayor desigualdad en el ingreso”.
De acuerdo a Oishi, Kesebir y Diener los “mecanismos psicológicos” que podrían explicar la relación entre la desigualdad de ingresos de la sociedad y el nivel individual de felicidad se encuentra en el sentimiento de confianza y justicia.
“Los estadounidenses”, subraya el informe, “perciben a los demás como menos justos y confiables en los años con mayor disparidad de ingresos”, y son más felices “cuando la riqueza nacional se distribuye de manera más uniforme que cuando se distribuye de manera desigual”, concluye el estudio.
LE MONDE DIPLOMATIQUE DE ESTE MES!
Urgencias climáticas Ignacio Ramonet Nº: 195 Enero 2.012 La grave crisis financiera y el horror económico que padecen las sociedades europeas están haciendo olvidar que –como lo recordó, en diciembre pasado, la Cumbre del clima de Durban, en Sudáfrica– el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad siguen siendo los principales peligros que amenazan a la humanidad. Si no modificamos rápidamente el modelo de producción dominante, impuesto por la globalización económica, alcanzaremos el punto de no retorno a partir del cual la vida humana en el planeta dejará poco a poco de ser soportable. Hace unas semanas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció el nacimiento del ser humano número siete mil millones, una niña filipina llamada Dánica. En poco más de cincuenta años, el número de habitantes de la Tierra se ha multiplicado por 3,5. Y la mayoría de ellos vive ahora en ciudades. Por primera vez los campesinos son menos numerosos que los urbanos. Entre tanto, los rec
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