Sociedad en Movimiento: Movimientos sociales, participación ciudadana y política ambiental


Tema:


Sociedad en Movimiento: Movimientos sociales, participación ciudadana y política ambiental.


 

Abandonado a sí mismo, el hombre pronto queda aplastado por las dificultades de todas clases que ha de superar, por el contrario, si se somete a demasiadas coerciones colectivas, resulta ahogada su personalidad. El derecho individual y el derecho colectivo deben, pues, sostenerse y reforzarse mutuamente y poner en común todo lo que llevan en sí de infinitamente constructivo. El derecho individual no guarda relación alguna con el vulgar interés privado. Éste que sacia a una minoría mientras condena al resto de la masa social a una vida mediocre, merece severas restricciones. Debe estar subordinado siempre al interés colectivo, de modo que cada individuo tenga acceso a esos goces fundamentales que son el bienestar del hogar y la belleza de la ciudad. (Carta de Atenas, art. 95) (Le Corbusier, 1993:140). 

 

INTRODUCCIÓN

Conceptos como: lucha de clases, movimiento social, actor social y acción colectiva; han sido utilizados en distintas etapas históricas para hacer referencia a un fenómeno de cambio o transformación dentro de un aparente status quo sociocultural o económico, Los verbos: lucha, movimiento, actor y acción, denotan una condición dinámica que ha sido interpretada en función de modificar una condición adversa de la realidad. Sus respectivos adjetivos: clase, social y colectivo, ayudan a catalogar a este amplio sector de la población en distintas condiciones pero con referentes similares según cada autor, por ejemplo: demandas de mejor ingreso, cultura, religión o afinidad política. Con el propósito de clarificar el significado de esta lista de términos se desarrollará una breve descripción conceptual para cada uno de ellos, además se presenta un esquema clasificatorio que los agrupa en función de sus diferentes interpretaciones.

 

Una constante en el desarrollo y conformación de los Estados nacionales en el mundo han sido las movilizaciones sociales, estas generalmente se manifiestan para promover a su favor mejores condiciones de vida o de reaccionar en contra de escenarios de exclusión (étnica, cultural, económica), se producen por una reivindicación de derechos o por la apropiación del espacio; la búsqueda y pertenencia de lugar o por dotación de infraestructura y mejoras a los deficientes servicios otorgados por el Estado. A lo largo del documento se presentan algunos esquemas conceptuales para sistematizar la información y poder tener un panorama general del tema que es desarrollado dentro de la sociología ambiental. El objetivo general será definir las características de estas “movilizaciones”, en función de describir cómo diferentes autores han interpretado y conceptualizado estos eventos sociales a través de diferentes etapas históricas y en diferentes escenarios, particularmente se analizará el sector de la política ambiental, por considerarlo como uno de los sectores más propicios para la movilización social, tanto por la defensa de ecosistemas amenazados en su flora y fauna; como por el rechazo a la intervención o modificación de éstos; por la aversión al riesgo o por el rechazo de políticas públicas en la materia.

 

1. SOCIEDAD EN MOVIMIENTO

Se podría plantear que los movimientos sociales se transforman de un referente amorfo y acéfalo a un referente organizado que ha aprendido sobre las mejores tácticas de gestión de sus demandas en un escenario en donde el aparato estatal ha comprendido el poder que ejercen éstas movilizaciones, las cuales incluso pueden llegar a trasformar la estructura del propio Estado nacional (Touraine, 1987; Tarrow, 1997), por ejemplo removiendo funcionarios públicos o modificando la política pública. Ahora en los “Estados Democráticos” se enfatiza en la necesidad de integrar de alguna forma estas demandas desarticulando la los movimientos sociales reactivos[1] y otorgando y consolidando garantías desde la individualidad, por ejemplo con la consolidación del concepto de ciudadanía[2] (T. H. Marshall y Bottomore, 1992:20-23) este concepto reconoce individualmente los derechos y obligaciones de los ciudadanos y les otorga la facultad de incidir dentro de las competencias públicas gubernamentales como la libre organización para corroborar con el Estado.

 

Una primera categoría general para diferenciar estos conceptos es el referente espacio temporal. El inicio del siglo XXI nos muestra, en la sociedad actual, dos características principales, por un lado el advenimiento de una revolución en la tecnología (electrónica e informática) cada vez más consolidada que transforma las actividades económicas y afecta las estructuras sociales globales, por otro lado, una dinámica demográfica que tiende a la concentración en espacios urbanos metropolitanos (Satterthwaite, 1998; Borja  y Castells, 2002). Esta concentración poblacional es uno de los componentes primarios de diferenciación ya que dentro de estos espacios la sociedad urbana se encuentra altamente estratificada y esta estratificación social, acentúa las desigualdades y la falta de atención por parte del gobierno hacia sus ciudadanos quienes tienden a movilizarse manifestando su descontento en forma de movimientos sociales[3] (por ejemplo movimientos sociales urbanos), Este tipo de movilización tiene diferentes connotaciones dependiendo del tipo de reivindicación al que se adscriba el movimiento, por ejemplo: los movimientos de los sin tierra o los movimientos ambientales.

 

Contexto histórico

Un ejemplo histórico recurrente en autores interesados sobre el tema (Hobsbawm, 1974; Tarrow, 1997) es el que describe las revueltas sociales durante el final del periodo feudal europeo en forma de glebas,  turbas o motines, que irrumpían en el espacio público en función de manifestar un descontento social ocurrido por diferentes causas, por ejemplo el aumento de los precios de los alimentos, o el cobro o aumento de los impuestos, la muerte injusta de algún miembro de la comunidad o alguna ley que consideraban injusta o que pudiera trasformar sus costumbres, la manifestación se producía y desarrollaba (Tarrow, 1997: 74-79) construyendo barricadas y tomando las calles de la ciudad para enfrentar al aparato policial o militar del Estado. Autores como Marx, Lenin o Gramsci conceptualizaron estos movimientos como lucha de clases[4], categoría de análisis útil para describir un proceso ocurrido con el advenimiento de la revolución industrial que enfrentó obreros o lumpen proletariados contra burgueses o dueños de los medios de producción (Tarrow, 1997:35) el concepto de lucha de clases entro en desuso al avanzar los trabajos sociales y surgir nuevas categorías analíticas para describir con más detalle estas movilizaciones.

 

            Se reconoce que muchos de los cambios en la estructura urbana de varias ciudades del mundo tienen como referente directo un movimiento social (tanto en el mundo antiguo como en el mundo moderno), estos cambios son resultado del debilitamiento en las creencias en que estaba fundado su régimen político y social, es decir, cuando la mayoría está en desacuerdo se debilitan las antiguas creencias con dicho régimen y surgen ideas modernas que buscan progreso social. Estos cambios religiosos, políticos o sociales tienen su referente espacial trasformando la ciudad. También se dan cambios espaciales para mejorar las condiciones de vida de los pobres de la ciudad o se plantea una reestructuración espacial como resultado de la serie de revueltas sociales que sacudieron Europa entre los siglos XVII, XVIII, por ejemplo con la necesidad de ampliar la traza urbana de algunas ciudades europeas para evitar la insurrección y el amotinamiento a través de las barricadas (Tarrow, 1997:87; Hobsbawm, 1974).

 

Estas primeras formas de movilización podrían ser vistas en sentido positivo o negativo, según el lado o el cristal con que se mire, ya que con el reconocimiento del poder que estas podrían ejercer trasformaron los Estados en función de ampliar las garantías sociales para un beneficio colectivo. En estos contextos urbanos desfavorables los movimientos sociales fueron mecanismos emergentes con ámbitos de influencia local, nacional o internacional, para denominar esta condición de movilidad en un rango más amplio, se introdujo el concepto de acción colectiva[5], utilizado también para definir diferentes formas de movilizaciones sociales (Touraine, 1987; Melucci, 1999). Finalmente para el análisis de estos grupos y sus movilizaciones, fue necesario identificar tanto sus demandas (estructura de oportunidad) como las características de los grupos sociales presentes en función de su formación (organizaciones informales, o formales), permanencia (de corto, mediano o largo plazo) y sus propósitos (movimiento propositivo y movimiento reactivo o pesimista).

 

Como se ha visto, el análisis de estos conceptos nos permite entender su evolución como resultado de cambios, desarrollo y maduración de diversas disciplinas, así como cambios en el pensamiento teórico ligando la relación que existe con la insatisfacción del desempeño del sector público en su esfera de competencia. Por ejemplo, en los mecanismos convencionales de política ambiental se necesita de una “nueva estrategia” de gestión, en donde la inclusión de la opinión pública puede consolidar y legitimar las acciones del poder en turno como agente garante de la salvaguarda del ambiente; sin embargo, en el discurso público se utiliza indistintamente términos como: participación, sociedad civil, participación ciudadana, acción colectiva, entre otros; como si estos fueran sinónimos de una misma cosa. Como se ha visto, profundizar en el análisis de ellos, nos puede ayudan a entender su evolución y características en función de ser herramientas útiles para el análisis de la sociedad y el Estado, ambas categorías inseparables para el análisis.   

 

Esquemas interpretativos para el análisis de la movilidad

Algunos autores señalan que existen tres esferas en las que se puede dividir la sociedad: i) el sector público, que es cualquiera de los ámbitos del gobierno; ii) el sector privado que incluye a los empresarios y a los inversionistas y; iii) el tercer sector que incorpora a los residentes, usuarios, organizaciones sociales, organizaciones no gubernamentales (NGOs), entre otras que ofrecen sus servicios sin fines de lucro (Mochi, 2001; Natal, 2001; Fox, 2005) (véase figura 1). Simplificar a esta propuesta de tres esferas sociales, adquiere relevancia para esquematizar las características presentes dentro la movilización social, ya que esta movilización se desarrolla  en función de su acercamiento con cada una de las otras dos esferas, tanto del ámbito gubernamental o del ámbito privado (profit), por ejemplo, dentro de las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) llamadas también Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) de quienes se puede decir que tienen una autonomía relativa respecto a la administración pública y el sector privado, es decir, pueden estar comprometidas con la dependencia de recursos más allá de los instrumentos normativos que para su funcionamiento señala la ley[6] (Natal, 2001), esta dependencia de recursos impactará su eficiencia ya que dependiendo de donde provengan estos recursos y la cantidad que obtengan puede impactar su libertad de acción comprometiendo su legitimidad. Del mismo modo la consolidación o su carencia de este sector, dentro de la esfera gubernamental, determina la eficacia y legitimidad del Estado.


Fuente: Construcción propia con datos de Ayala 1999; Fox, 2005; Natal, 2001.  

Eficiencia

Eficacia

Legitimidad

Sector Público

Sector Privado

Tercer Sector

Participación

Ciudadana

Figura 1

Modelo general de la movilidad social

Legitimidad

Participación

Ciudadana

Legitimidad

Legitimidad

Participación

Ciudadana

Movilidad
social

 


La figura 1. Modelo general de movilización social, esquematiza una forma en que se puede representar la movilidad social dentro de la esfera del tercer sector, la representación “ideal” implica mostrar esta movilidad social al centro del esquema, sin embargo, esta se desplaza hacia cada una de las otras dos esferas dependiendo de sus propios intereses y del contexto de política estatal existente.

            Las características particulares dentro del tercer sector pueden ser representadas como muestra la figura 2. Características de la movilidad. Lo cual implica, por un lado, un Estado de derecho sólido que reconoce y garantiza derechos civiles, políticos y sociales por medio de la Ciudadanía (grupo “Z” de la figura 2), dentro de estos derechos se incentiva la sinergia de grupos organizados que colaboran con el Estado (grupo “Y”), en el grupo “Z” existen individuos indiferentes con respecto a la política pública y su contorno social (tipo free rider) que podrían tender a la categoría del tipo “X”, es decir, reaccionar de forma violenta y desorganizada respecto a la aplicación de alguna política pública. O podría existir el escenario en donde “Z” tiende a “Y”.

Figura 2.

Características de la movilidad

Inequidad
Carencia de información
Debilidad en el Estado de derecho
 

Hace valer sus derechos por medio de la ciudadanía

Colectivo

Individual

Grupo X
No organizado
Reactivo

Grupo Y
Organizado
Participativo

Grupo Z
Ciudadano
 

Activo
Tendencia
al grupo “Y”

Pasivo
Individualista
Tendencia a “X”
 

 
Movilidad
Social
 

Estado de Derecho



 

 

MOVILIDAD SOCIAL EN POLÍTICA AMBIENTAL

 

            Con el reconocimiento del individuo moderno pleno de derechos cívicos, la demanda de una transformación urbana por medio de movilizaciones sociales parecería menos frecuente, conciliar el interés colectivo con el interés privado en el sistema económico capitalista actual parece ser un serio problema, tanto por la escasez de recursos y falta de voluntad política. Sin embargo existen algunos ejemplos latinoamericanos de creación y transformación de ciudades en donde se reconoce el interés colectivo de redistribución de beneficios por sobre el Interés privado de maximización de ganancia, por ejemplo, la planeación de Brasilia, el presupuesto participativo de Porto Alegre, o la sustentabilidad ecológica de Curitiba (Jean Herbert, 1998; Holston, 1989; Scott, 1998). Tales ejemplos han formado parte de las propuestas planteadas desde las agendas internacionales en las cumbres mundiales como “ciudades modelo”, en donde se ha pretendido dar soluciones técnicas en distintos periodos marcados por la concentración poblacional, la pobreza, y el deterioro ambiental.

La dinámica demográfica (que tiende a la concentración) es uno de los componentes primarios de contaminación en términos de impacto ambiental, tal es el caso de los problemas de contaminación del aire en áreas metropolitanas que afectan a millones de habitantes como la Cuidad de México o la Ciudad de Los Ángeles California (L. Molina y M.Molina,2003:23).  El deterioro de la calidad del aire en estas metrópolis no es un problema reciente, ya que éste se ha mantenido a lo largo de más de 35 años, las soluciones científicas y tecnológicas poco han podido hacer para eliminar del paisaje urbano esta problemática, así cobra relevancia conocer el papel que juega la variable social en el análisis de esta problemática desde el análisis expuesto de la movilidad.

           

El papel de la participación en política ambiental

Se parte del supuesto de que actualmente existen mecanismos institucionalizados de centralidad en la toma de decisiones ambientales que inhiben una efectiva participación social a favor del ambiente, ya que en las grandes ciudades, independientemente de ser gobernadas localmente, operan más de un nivel de gobierno tanto vertical como transversalmente, por ejemplo, en el contexto histórico de la Ciudad de México se conservan rasgos de autoritarismo y centralismo fuertemente enraizados en la cultura y la práctica del Estado mexicano, en donde siguen subsistiendo estructuras cerradas en la toma de las decisiones ambientales más trascendentes, al margen de los intereses colectivos. Por ejemplo, la toma de decisiones[7] para aplicar instrumentos ambientales de mejoras a la calidad del aire deja mucho que decir cuando, a pesar de existir programas para reducir la contaminación, esta no logra ser reducida y no se ha logrado pernear una cultura cívica que desincentive el uso del automóvil[8].

 

            Lo trascendental en el tema en materia ambiental, es conocer la creación y seguimiento de las llamadas “políticas de desarrollo sustentable”, ya que dentro de los aspectos preponderantes de esta política se debe incluir a la ciudadanía en la formulación y puesta en marcha de sus acciones, por ejemplo: los desarrollos de infraestructura urbano-regional; el establecimiento y control de estándares (normas oficiales) de emisión de contaminantes; el cumplimiento y en su caso sanción de la ley en materia ambiental, así como la revisión permanente de este cuerpo jurídico. (Pacheco y Vega, 2001:38-57). Mientras la sociedad deba proveerse de recursos materiales dentro de los límites espaciales de la ciudad, estos propios límites de recursos y espaciales, promoverán desigualdades sociales, así como deterioro ambiental en la calidad del aire por la dinámica actual de uso particular de automotores. Si el administrador contemporáneo no conduce una política de gestión urbana en donde permita que las demandas sociales se desarrollen por los causes institucionales adecuados y se promuevan prácticas de participación sustantiva, no es de extrañar que las movilizaciones (ahora con este componente ambiental) continúen en el escenario político, recurriendo a prácticas reactivas aprendidas del pasado. Aplicar una política ambiental de esta naturaleza, implica recursos económicos y administrativos (ceder poder) a favor de las mayorías en un nivel de participación enfocado a la gestión[9] como una especie de empoderamiento comunitario. El problema planteado en estos términos implicará analizar qué tipo de indicadores existen para evaluar la participación social en la  materia, y si son estos indicadores los más convenientes.  

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Borja y Castells (2002). Local y global la gestión de las ciudades en la era de la información. México:    Taurus.

 

Castells, Manuel (1986). La ciudad y las masas sociología de los movimientos sociales urbanos. Madrid: Alianza.

 

------------------- (1981). Crisis urbana y cambio social. México: Siglo Veintiuno.

 

------------------- (1977). Movimientos sociales urbanos (Trad. Ignacio Romero de Solís ed.). México:        Siglo Veintiuno.

 

Engels, F. (1979). La situación de la clase obrera en Inglaterra. Barcelona: Júcar.

 

Fox, C. et. al., (2005). Alianzas tripartitas, reconocimiento del tercer sector, Washington: Banco Interamericano de Desarrollo.

González R. E. (1995), Manual sobre organización para la gestión local, Colombia: Foro nacional por   Colombia.

Hobsbawm, E. J. (1974). Rebeldes primitivos estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos          sociales en los siglos XIX y XX (2nd ed.). Barcelona: Ariel

 

 Holston, James. (1989). Blueprint utopia, The modernist city an anthropological critique of Brasília,        (1a ed.) Chicago, Ill: University of Chicago. (pp. 31-58).

 

Jean, Herbert (1998). Brasilia: una civilización en gestación,  Anuario de espacios urbanos. 1(1) (pp.      7-73).

 

Le Corbusier, (1a edit. 1933) (1993) La Carta de Atenas, México: Planeta.

 

Scott, James C. (1998). The high-modernist city: An experiment and a crítique. Seeing like a state how     certain schemes to improve the human condition have failed, New Haven, Conn: Yale      University. (pp. 103-103-147).

 

Marshall, T.H. y Bottomore T. (1992). Ciudadanía y clase social, Madrid: Alianza Editorial.

 

Marx C. & F. Engles (1974). Obras Escogidas, en tres tomos, T. I. Moscú: Editorial Progreso.

 

Natal, A. (2001). “How state funds impact NGO’s capacity to foster people’s participation”, en    Documentos de investigación, núm. 12. México: El Colegio Mexiquense A.C.

 

Pacheco V. y Vega L. (2001). “Dos modalidades de participación ciudadana enpolítica      ambiental”, en             Economía sociedad y territorio. Vol. III, Núm. 9. México: El Colegio Mexiquense A. C.

 

Pacheco, V. (2003). “Cooperación internacional para la protección ambiental: La formación de    coaliciones en perspectiva”, en          Foro Internacional, Vol. XLIII , Núm. 2 Abril-junio 2003.   México: El Colegio de México.           

 

Tarrow, S. G. (1997). El poder en movimiento los movimientos sociales, la acción colectiva y la   política. Madrid: Alianza.

 

Touraine, A. (1987). Actores sociales y sistemas políticos en América Latina. Santiago, Chile:       Organización Internacional del Trabajo.

 

-------------- (1987a). El Regreso del actor. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.
Ziccardi, A. (1998). Gobernabilidad y participación ciudadana en la ciudad capital, México: UNAM /Purrúa.


[1] Sobre los propósitos de los movimientos en la sociedad urbana, es posible seguir la pista a diversas tesis desarrolladas en la construcción de la teoría sociológica moderna, un ejemplo de ello es la interpretación de Touraine sobre lo que el llama los actores sociales, este autor indica que dependiendo de las características del Estado, de las fuerzas políticas y del poder económico, los actores sociales tienden a la acción colectiva en función de tener menores derechos sociales, por lo cual estos actores pueden irrumpir en la escena pública en forma violenta, es decir, en un panorama pesimista (Touraine, 1987:84-88). 
[2] Una referencia ilustrativa para esclarecer la conformación y características de este concepto lo podemos encontrar en el texto de T.H. Marshall y T. Bottomre: Ciudadanía y clase social, en la segunda parte del libro se menciona que la ciudadanía constituye un conjunto de derechos civiles, políticos y sociales lo implicaría una ciudadanía sustantiva y no solamente participar en los asuntos del gobierno como ciudadanía formal, es decir, con derechos vinculados a la pertenencia del Estado, por su parte Ziccardi (1998), señala a la participación como un componente central de la democracia, ya que la participación agrega a esta forma de gobierno --a través del voto--  su capacidad de representación de todos los ciudadanos. Ziccardi reconocerse que existen diferentes tipos de participación como: participación comunitaria, participación política y participación ciudadana, en donde ésta última tiene acciones y objetivos distintos a las otras formas de participación que le otorgan un sentido pleno del concepto de ciudadanía (Ziccardi, 1998:28-29).  
[3] Al respecto Doug McAdam define los movimientos sociales como las tentativas racionales de los grupos de excluidos por movilizar suficientes palancas políticas para avanzar en los intereses colectivos a través de acciones no institucionales (Citado por Wood, 2001:63); por su parte Graizbord (1999) señala que ciudadanos no organizados o sin poder ni influencia para librar batallas políticas como administrativas o jurídicas, tienden a recurrir, para ser apoyados, a diversos agentes (tanto políticos, como lideres locales, organizaciones no gubernamentales, etc.), en donde su capacidad para obtener respuestas a sus demandas e influir en las decisiones y acciones públicas, será efectiva en función de: i) la focalización de sus objetivos; ii) la conciencia que tenga como agente de cambio; iii) la utilización correcta de los medios a su alcance (por ejemplo los jurídicos) y por último; iv) su autonomía relativa (Graizbord, 1999: 149-161).
[4] Este concepto fue ampliamente utilizado por el pensamiento Marxista. Al respecto Carlos Marx señaló que la historia de todas las sociedades existentes hasta ahora había sido la historia de la lucha de clases y por lo tanto era importante demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases... (Marx, 1974: t.I).
[5] El concepto de acción colectiva es usado como la capacidad de transformación requerida dentro que las protestas que generan los movimientos sociales para demandar mejoras a sus condiciones de vida y demandar más y mejores servicios urbanos (oportunidad política) (Wood, 2001:47)
[6] Desde el punto de vista jurídico en México se han previsto diversas instancias de participación ciudadana, todas ellas con un origen directo de la Constitución Mexicana que establece la libertad de asociación para cualquier objeto licito en forma pacifica (artículo 9° constitucional).Recientemente, la Comisión de Participación Ciudadana del Congreso de la Unión, aprobó en el 2003 el dictamen de la Ley Federal de Fomento a las Actividades Realizadas por las Organizaciones de la Sociedad Civil, en la exposición de motivos de dicha ley, destaca los señalamientos en el sentido de que la sociedad civil ha venido organizándose  para asumir con mayor eficacia su corresponsabilidad en el desarrollo económico, social y democrático, que también ha participado en la elaboración de la legislación que estimula la vigilancia tanto del diseño de las políticas públicas, como en el cumplimiento cabal de los programas, obras y acciones del gobierno en sus respectivos ámbitos de competencia y por eso el Estado debe apoyar su consolidación otorgándoles financiamiento.
[7] Par Pacheco y Vega (2001), un análisis de participación ciudadana para generar políticas ambientales, tendría que realizan una diferenciación entre una coalición ambiental formada por la sociedad civil y el gobierno; y un proceso multiparticipativo con diversos actores de la sociedad, en el primer caso, sin embargo, se puede utilizar la participación ciudadana solamente para legitimar una acción gubernamental y el segundo caso, si toma en consideración a los grupos de la sociedad civil desde el inicio de la política ambiental hasta su evaluación, la participación ciudadana cobra relativa autonomía (véase anexo 1). (Pacheco y Vega, 2001).
[8] El Programa para Mejorar la Calidad del Aire en al Zona Metropolitana del Valle de México 2002-2010, reconoce que el 80% de la contaminación del aire es por los cerca de casi 4 millones de vehículos que circulan en la metrópoli.
[9] Véase anexo 2. Sobre los niveles de la participación.

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