Participación Ciudadana en Política Ambiental 1970-2000

Antecedentes
El trayecto histórico que las organizaciones de la sociedad civil en México han caminado por la defensa del ambiente durante los últimos 35 años, no ha sido fácil. Este ha sido un trayecto de lucha frontal contra la filosofía liberal de Laissez Faire, si bien a finales de los años 50 y durante la década de 1960, el Estado Mexicano se manifestaba principalmente con su política de sustitución de importaciones, la política de industrialización del país afectó a gran escala el ambiente. Por un lado, la dinámica poblacional se concentró en distintas ciudades del país lo que trasformó del medio natural y deterioró distintos ecosistemas al contaminar suelos, agua y aire. Por otra parte, los nuevos patrones de producción, acumulación y consumo aumentaron exponencialmente en el capitalismo tardío mexicano, razón por la cual se agudizó la crisis ambiental. Los primeros efectos latentes del deterioro se manifestaron en la periferia de grandes asentamientos humanos, en donde se establecieron los corredores y ciudades industriales de la etapa de industrialización nacional. Al interior de estos núcleos poblacionales la población reaccionó en contra de ver afectada su salud por los efectos adversos de la industria. Se puede especular que, inicialmente, la primera forma de participación ciudadana en política ambiental paso de ser conservacionista y preservacionista , en donde sólo interesaba mantener la naturaleza para la recreación individual o colectiva, a una situación de la naturaleza regulatoria y post –materialista, en donde el interés principal era evitar los daños a la salud, como mejorar la calidad del ambiente, y criticar los límites materiales al crecimiento de la sociedad moderna, (Redclift y Woodgate, 1994: 63). Así se inicia una serie de movimientos sociales urbanos en contra de todo aquello que atentara en contra de esta visión, particularmente en contra de distintas corporaciones industriales, ya que estas corporaciones, nacionales o no, formaban en el colectivo social el enemigo a vencer. En la teoría capitalista las corporaciones industriales, por ser dueñas de los medios de producción, representaban la estructura de explotación imperialista, la industria capitalista en su lógica de reproducción orgánica y maximización de ganancia, afectaba directamente el medio ambiente contiguo a la ciudad (bosques, lagos, arroyos, ríos, áreas verdes, entre otros), esta afectación formó parte del interés colectivo por garantizar su salvaguarda.

En este ensayo será relevante destacar la forma en que se formó el pensamiento ambiental de la época, ver cómo se incorporó el tema ambiental en el discurso y la práctica de la estructura de gobierno --es decir en sus instituciones-- y más importante aún es ver cómo se desarrolló la teoría ambiental en las diferentes esferas sociales de México .


La política ambiental internacional y su adopción en México
Primer periodo de crisis
A finales de los años sesenta e inicios de los setenta, las protestas sociales se incrementan y masifican, las demandas presentes en contra del imperialismo, del capitalismo y del Estado autoritario cobran vida en distintas ciudades del mundo, generalizando el descontento social. En el caso del tema ambiental Robyn Eckersley (1992) ha señalado tres momentos de crisis de esta problemática, primero, el problema ambiental como una crisis de participación, segundo, el problema ambiental como una crisis de sobrevivencia y por último, el problema ambiental como crisis de cultura (como oportunidad de emancipación).
Para el caso mexicano dividir la historia del movimiento ambiental en estas tres etapas de crisis, nos permite tener un panorama claro del papel desempeñado por la sociedad civil y el Estado en la política ambiental del periodo de estudio, el antecedente de los movimientos emancipatorios ambientales tienen origen en la década de 1960 con el despertar de una conciencia pública sobre la degradación ambiental de los países en desarrollo en donde los temas ambientales recurrentes son la amenaza nuclear, los pesticidas, las descargas de residuos tóxicos, el desarrollo industrial a gran escala y la contaminación del aire, entre otros. Estos temas movilizan a la sociedad civil con lo cual se inicia una década de persistente agitación política. El activismo político-ambiental es oficialmente reconocido en el ámbito local, nacional e internacional, y se desarrollan nuevas leyes ambientales para subsanar los efectos adversos del deterioro como respuesta del Estado (Eckersley, 1992: 8).

En el ámbito internacional se publican diversos textos que marcarán el pensamiento ambiental en México (Limits to growth; Silent spring; Our synthetic environment;The greening of América; Capitalism, Socialism and the Environment, por citar algunos). Se inicia un despertar de la conciencia sobre la protección del medio ambiente, la recuperación de áreas silvestres, la alertar sobre la destrucción de la naturaleza y en general, sobre los riesgos a la salud por contaminación ambiental. Parte de este reconocimiento oficial llevó a una nueva legislación ambiental que ayudó a definir y contener problemas ambientales, pero estos en un inicio fueron vistos sólo como problemas de escasez y deficiente planeación territorial, manteniéndose en el gobierno un optimismo generalizado por el cuerno de la abundancia del mundo moderno de la posguerra (Eckersley, 1998: 8). Más tarde esta idea de consumo ilimitado en la que descasaba el estilo de vida occidental tuvo que ser revisada cuando se documentó la existencia de límites sobre la función: crecimiento poblacional-recursos naturales y producción energética por hidrocarburos fósiles. Sin embargo, la participación ciudadana en estos años sólo se concentró en garantizar un acceso más equitativo a bienes de consumo para aliviar los males ambientales --como la contaminación del aire-- por lo que no es de extrañar que el activismo ambiental formó parte del activismo social, es decir, esta temprana forma de activismo ambiental se manifestó en la defensa a grupos minoritarios; la reivindicación de los grupos lésbico-gays; la emancipación de minorías raciales y grupos étnicos por la defensa de sus derechos civiles; entre otros movimientos sociales.

Tal característica de estos movimientos sociales hicieron reflexionar sobre: Quién decide, cómo y por qué, en los problemas ambientales, ya que tanto los políticos como la teoría política en ese momento, sólo reconocía a la naturaleza como un problema de distribución de recursos y no como un problema más profundo de crítica antropocéntrica (Macnaghten y Urry, 1998; Sessions, 1994; Bookchin, 1994 y 1995), de critica al estilo de vida de la sociedad consumista en donde el ambiente sólo es visto como un artículo de consumo (Eckersley, 1992; O’Connor, 1994) y no con valores intrínsecos en la relación hombre-naturaleza. Hasta este periodo se puede decir que la participación de distintas esferas sociales es limitada en su rango de acción, carece de información más profunda en donde la teoría no ha madurado aún para pernear sectores más amplios de la sociedad, por lo que la crisis ambiental sufre una crisis de participación (Eckersley, 1992: 9-11).

Segundo periodo de crisis
En la década de 1970, oficialmente se celebró el primer Día de la Tierra, en el año de 1972 se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Cumbre de Estocolmo) , que dio paso a la creación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente con sede en Nairobi, Kenia (UNEP por sus siglas en inglés) . Pero es con el informe Brundtland en 1987 y la Cumbre de la Tierra en 1992, que se trasforma radicalmente el discurso ambiental popularizándose el término de Sustainability (traducido en la política mexicana como: sustentable) y se introduce la necesidad de ligar el concepto de ambiente con el desarrollo (Macnaghten y Urry, 1998:61). Estas cumbres mundiales hicieron eco en México, aquí como en otras partes del mundo, se desarrollaron programas de estudios ambientales interdisciplinarios en institutos de educación superior y se modificó la estructura normativa sobre medio ambiente, con lo que el Estado mexicano redujo los movimientos ambientales externos, a la esfera de la política institucional interna (se podría decir que existió un cierto corporativismo de los movimientos ambientales).

Antes de los años 70, el tema ambiental sólo existía como riesgo a la salud, pero con las reformas constitucionales se inicia el reconocimiento a un “medio ambiente saludable”, por la gran cantidad de problemas sociales urbanos y rurales que llevaron a una serie de reformas para dar cabida al problema ambiental desde los espacios institucionales. Por ejemplo, los problemas derivados de la expansión ganadera, la deforestación masiva de las selvas tropicales, los impactos de la industria petrolera, entre otros, así como el descontento creciente de un gran número de grupos sociales que comenzaron a organizarse en torno al movimiento ambientalista y que rebasaron este primer marco institucional, por lo que a principios de la década de los ochentas, se crea la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), con ello la Subsecretaría de Ecología; se incluye por primera vez un capitulo de Ecología en el Plan Nacional de Desarrollo (1983-1988) y se modifica el marco jurídico al promulgarse (1983) La Ley Federal de Protección al Ambiente. En 1994 se separa lo urbano de lo ambiental y se crea la Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP), que para el año 2000 pasará a ser la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) .
Sin embargo y a pesar de lo anterior, la respuesta del Estado mexicano a la crisis ambiental sólo se limitó a ofrecer respuestas jurídicas inoperables (por ejemplo en 1988 la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente PROFEPA formaba parte de la Subsecretaría de Ecología y desde allí carecía de factibilidad de sanción). Las instancias institucionales que dieron respuesta a los movimientos ambientales limitaron su acción a respuestas tecnológicas , así la ciencia y la tecnología con su aplicación y manejo fue la respuesta eficiente a todos los problemas ambientales desde un determinismo tecnológico (Benton, 1994: 28) sin importar su naturaleza o efectos a largo plazo .

La preocupación generalizada por un ambiente sano, dio paso a la creación de agrupaciones internacionales pro defensa del ambiente, así como a los primeros partidos políticos que plasmaron en su plataforma electoral el tema ambiental , sin embargo los informes sobre el estado del medio ambiente planetario, la guerra fría con la su crisis nuclear y su carrera armamentista así como la percepción romántica de ver la tierra desde el espacio, hicieron reflexionar sobre la capacidad de sobrevivencia del ser humano en el planeta (una duda razonable), esta reflexión de fragilidad social y la búsqueda de alternativas para el futuro de la sociedad occidental fue percibida como una crisis de sobre vivencia de la raza humana. La problemática ambiental se redujo a un problema de carencia de canales de participación, y generó una visión limitada de su demanda, con ello la institucionalización sustituyó la movilización social (Eckersley, 1992: 9-11).

Tercer periodo de crisis
Sigiendo a Eckersley, se puede razonar sobre este tercer periodo de crisis del medio ambiente como un periodo de crisis de cultura, pero también una oportunidad para la emancipación. Al final de la década de los noventa y con el nuevo milenio el modelo de desarrollo de la sociedad contemporánea pareciera como sí llegará a su fin, es decir, el sistema económico moderno del capitalismo occidental, se presenta como la ultima etapa de desarrollo al que deberían de seguir todas las culturas, esta forma de capitalismo se presenta como la etapa “más avanzada” a la que ha llegado la sociedad moderna, pero desafortunadamente a un alto costo social y ambiental , sólo basta con revisar las cifas de desigualdad social y de concentración de riqueza en el mundo, para reconocer la lógica destructiva de la acumulación del capital que se ha convertido en el valor adquisitivo de consumo de la sociedad occidental y en general, de todos los sistemas de dominación (por ejemplo la clases dominantes, el patriarcado, el imperialismo, el racismo, el totalitarismo, y finalmente la dominación de la naturaleza) (Eckersley, 1992: 18-20).

En común acuerdo con Eckersly, se puede señalar que toda cultura pertenece a una estructura ideológica que se tiende a perpetuar en el sistema que la genera, desviando las acciones individuales de la participación así como la propia comprensión de la realidad en la que se encuentra sumergida, ya que una sociedad con altos índices de pobreza y con los círculos viciosos que esto genera --para liberarse de estas formas ideológicas de dominio-- requiere subsanar previamente otras demandas esenciales como alimento, vestido, educación, vivienda, entre otras, para ser socialmente sensible a los problemas ambientales, sin estas necesidades satisfechas, difícilmente se puede enfocar al trabajo organizado en pro del ambiente, por lo que resulta sumamente complicado avanzar de una perspectiva de desarrollo antropocéntrico a un desarrollo ecocéntrico .

El pensamiento emancipatorio al que hace referencia Eckersley, significaría modificar la hegemonía económica y política del capitalismo moderno occidental, implicara transformar radicalmente el manejo utilitarista de los recursos ambientales para dotar a la naturaleza de sus valores intrínsecos y desplazando el pensamiento hegemónico antropocéntrico hacia un pensamiento plural ecocentrico. Por otra parte se deberá trabajar para fortalecer a las organizaciones de la sociedad civil para que estas trabajen desde lo local o regional, con modelos de desarrollo participativo, sin embargo las organizaciones civiles dependen en gran medida de los recursos públicos, situación por la cual de alguna forma el estado impacta su trabajo, por lo que se podrían generar estudios para conocer este impacto y subsanar esta debilidad de estas organizaciones. El diálogo entre las organizaciones de la sociedad civil ambientales y El Estado mexicano ha tenido momentos importantes, pero en la práctica sigue operando la misma racionalidad por conservar la naturaleza para poder consumirla “racionalmente” o en forma “sustentable”. De aquí la importancia por fomentar la participación social libre e informada en los temas ambientales, ya que como se señaló en un inicio, una participación mejor organizada de la sociedad civil podría hacer frente a los problemas y riesgos ambientales, una sociedad civil más responsable, informada y mejor estructurada puede constituirse como un nuevo paradigma (Masterman, 1975) de viabilidad del desarrollo eco-sostenible.

Por último hablar de una oportunidad de emancipación es crear, desde la participación social, la posibilidad de escapar de la ideología capitalista, hacia una economía ambiental ecológicamente responsable como la eco- filosófica , comprensiva y holística que pueda integrar al mismo tiempo la sobreviviencia humana y la necesidad de bienestar, respetando la integridad humana así como la de otras formas de vida, tal como lo ha señalado le ecología profunda .

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