Consumir Más para Lograr la "Felicidad..."

Entrevista en Barcelona a Serge Latouche

[ANA IBARRA - DIARIO DE NOTICIAS]
El filósofo y economista francés denuncia una "sociedad del consumo sin consumo"
El actual modelo de sociedad no es sostenible, pero, además, gracias a la "frugalidad voluntaria", dice, viviríamos "mejor"

En realidad, no merece la pena vivir en la sociedad actual dado el nivel de injusticias, desastres, expolios... La civilización misma está en crisis no sólo la economía. Pero hay un argumento más sensible, más convincente si cabe, y es que vivimos en un sistema que "no crea sociedades felices", admite Serge Latouche, economista, profesor de la Universidad de París y azote de un modelo de desarrollo sustentado en la "adicción al consumo" de la sociedad occidental. "Es preferible conseguir un nuevo amigo a un nuevo coche", indica.
Hasta la reciente crisis teníamos la "falsa ilusión" de que seguíamos creciendo. La fórmula empleada para ello ha sido, indica, una reducción impositiva a las rentas más altas y a las rentas del capital, acompañada con una política monetaria expansiva, con unos tipos de interés muy bajos, que han favorecido un alto nivel de "especulación". El decrecimiento "real" de la economía es un hecho que se viene produciendo desde la década de los años setenta, aunque se haya mantenido la "ficción, la ilusión, de que seguíamos creciendo". De hecho, los beneficios de las clases dominantes seguían creciendo vertiginosamente y la concentración de la riqueza en menos manos se ha acelerado, recalcó. A partir de la presente crisis ya no tenemos ni esa falsa ilusión de crecimiento aunque el proceso de concentración de la riqueza en cada vez menos manos se siga produciendo, pero ahora por otro trasvase: de los más "débiles" de esos poderosos a los más "fuertes". A su juicio, no hay peor cosa que una sociedad del crecimiento, como la actual, sin crecimiento. "Sociedad del consumo sin consumo...", lo que representa una contradicción que acarrea paro, suicidios... En este momento de crisis no hay recursos para la sanidad, la enseñanza, las políticas sociales, para el entorno, la contaminación, etcétera. "La austeridad impuesta no es la frugalidad elegida, voluntaria", reitera.

"¿Por qué nos tenemos que preocupar por el futuro? ¿Acaso el futuro se preocupa por nosotros?". Para quienes comparten esta frase poco les importa, dijo, la idea de "decrecimiento o barbarie" hacia la que caminamos países desarrollados y ricos como Portugal, Irlanda, Grecia o España. Las políticas de corte neoliberal y reaccionario que se aplican, por ejemplo, en países como España y Grecia por parte de gobernantes socialistas, cuyos programas electorales contemplan medidas absolutamente contradictorias, van de hecho en la dirección de "sumir a grandes masas de población de estos países en la más absoluta miseria".



CRECIMIENTO SOSTENIBLE

El triunfo de política neoliberal
Latouche explicó que la palabra decrecimiento surge como una respuesta al slogan del "crecimiento sostenible" acuñado por las minorías que dirigen el mundo y extendida por el economicismo liberal de los años ochenta, y que propicia "pagar por todo". Puso como ejemplo el trigo, que se obliga a pagar por los excedentes, por su almacenamiento y también hay que pagar por destruir los sobrantes. Este concepto fue acuñado por el Club Mundial del Desarrollo Sostenible, apoyado por "los mayores criminales ecológicos del planeta (Monsanto, Nestlé...)". Y la sociedad ha caído en esa trampa semántica, aduce, la de hablar de desarrollo sostenible, que son términos "contradictorios" en un planeta "finito" como es la Tierra. Tras la caída del muro de Berlín el primer mundo, el bloque occidental, y el segundo mundo -el denominado bloque socialista- se unificaron bajo un único pensamiento donde han imperado las políticas neoliberales. De este modo, la sociedad occidental del crecimiento ha sido fagocitada por la economía, por el sistema capitalista. Y el crecimiento es absolutamente imprescindible para aumentar los beneficios capitalistas.

Después de la II Guerra Mundial y "un poco más tarde" en el caso español debido al franquismo, se implantó en el mundo occidental la sociedad de "consumo de masas". Tres son sus pilares: En primer lugar, la publicidad, que en la mayoría de los casos crea "falsas necesidades" y muchas "frustraciones". "La gente feliz no necesita consumir. La gente frustrada en cambio necesita consumir para conseguir una falsa necesidad. No es más feliz quien más tiene, quien más consume, sino quien más necesita". En segundo lugar, apuntó la "obsolescencia programada", es decir, producir productos que van a durar un tiempo determinado para renovarlos y seguir consumiendo. Y, en tercer lugar, el crédito, que a través de los bancos facilitan el dinero que no tenemos para poder comprar una multitud de bienes "innecesarios". Las entidades financieras han llegado a conceder crédito a NINJAS (en inglés: gente sin ingreso, trabajo ni bienes), los conocidos como subprime, créditos tóxicos, incobrables, y que han sido el detonante de la crisis financiera al ser "mezclados indiscriminadamente con otros activos", provocando la caída de Lehman Brothers y poniendo al borde de la bancarrota a toda la banca mundial. Su saneamiento ha requerido la inyección de ingentes cantidades de dinero.


MEDIO AMBIENTE
La huella ecológica

Latouche apoyó su idea de desequilibrio apocalíptico en lo que se viene denominando la huella ecológica. Cada persona está ocupando un promedio de 2,2 hectáreas lo que viene a suponer un 40% más de la superficie total disponible. Es decir, estamos ocupando y utilizando más superficie de la que disponemos, robando de este modo recursos a generaciones futuras. El principal recurso energético que ha permitido el desarrollo de la sociedad actual ha sido el petróleo, pero ya está alcanzando su zénit, su máximo de producción. Todo este crecimiento exponencial está erosionando el suelo y los bosques tropicales en los que se concentra la mayor biodiversidad del planeta. Según algunos científicos, estamos asistiendo a la sexta extinción, la quinta fue la de los brontosaurios. El problema es la que la velocidad de extinción de especies es mucho más rápida. Se están extinguiendo entre 50 y 100 especies al día a causa de la acción del hombre.


OPCIONES

Una revolución cultural
¿Cómo salir de aquí? Es necesaria una revolución cultural, lo primero que tenemos que cambiar es el propio paradigma de cada uno de nosotros, reflexionó. "Tenemos que cambiar nuestros conceptos tanto en lo relativo al consumo como a la producción de lo que necesitamos para vivir". Y hay que actuar colectivamente, políticamente, aseveró Latouche. Puso como ejemplo el programa reformista que se presentó en las últimas elecciones francesas y que propugnaba, entre otras medidas, reducir el transporte internacional incrementando los costes con ecotasas, relocalizar las actividades, restaurar la agricultura tradicional campesina y reasignar los incrementos de productividad reduciendo el tiempo de trabajo e incrementando el empleo. Y más: relanzar la producción de bienes relacionales (hacer amigos, deporte, música) que no consumen recursos, reducir el consumo energético por cuatro, restringir la publicidad, reorientar el I+D, reapropiarse el dinero (creación de monedas paralelas, locales, regionales; y que el ahorro local se invierta en proyectos locales).



"LAS TRES MAYORES FORTUNAS DEL MUNDO EQUIVALEN AL PIB TOTAL DE AFRICA"

El nuevo Trasvase de riqueza en la crisis es de los más débiles de los poderosos a los más fuertes
El sistema actual nos lleva a la barbarie, a una sociedad autoritaria y militarizada donde desaparecerá toda manifestación de democracia como ahora la conocemos. La desigualdad en el mundo avanza a pasos cada vez más acelerados, alerta Latouche. En un estudio elaborado por un grupo de pensadores-activistas sudamericanos en el que colaboró Latouche, se constató que el desarrollo del Hemisferio Norte era posible gracias a la "destrucción" del Hemisferio Sur. Un ejemplo: las tres mayores fortunas del mundo equivalen al PIB total de África. Lo peor es que, incluso en las sociedades más ricas, más privilegiadas, las personas no son felices, hay cada vez más infelicidad, más suicidios, hasta de niños... Según la New Economics Foundation, que ha creado y elabora un índice de felicidad -en el que se tiene en cuenta la esperanza de vida, la huella ecológica y el bienestar de la gente- los países con mayor PIB per cápita no son los que tienen mayor índice de felicidad. Por ejemplo, EEUU ocupa el lugar 150, por debajo de China (31). La primera posición la ocupa el pequeño archipiélago de Vanautu, en el sur del Oceáno Pacífico, seguido por Colombia y varios países de Centro América y el Caribe. La sociedad del crecimiento, incluso en aquellos países que han tenido crecimiento, no es una sociedad feliz. A su juicio, estamos en una sociedad controlada por la oligarquía, por los mercados. Latouche cuenta que, en su reciente visita por Bilbao, le chocó la cantidad de cámaras de vigilancia por las calles, controlando a "todos". Una muestra de un fenómeno que se está extendiendo por toda Europa, el incremento de la "represión". A su entender, sí es necesario el crecimiento en otros aspectos de la vida: crecer en la calidad del agua en el mundo, en la calidad del aire que respiramos, en la producción de trigo en el mundo para alimentar a los humanos. En la calidad de vida, en la alegría, en la felicidad...

Decrecimiento es una palabra "provocadora", admite Latouche, que pretende lanzar un misil a la línea de flotación del actual sistema capitalista cuya "religión neoliberal" tiene un Dios: el crecimiento por el crecimiento para "maximizar los beneficios del capital". En su conferencia, invitado por el colectivo pamplonés Dale la Vuelta, apuntó a los bancos, las multinacionales y los mercados financieros como desencadenadores de la actual crisis económica internacional.



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