Eres un rebelde o un esclavo: Chris Hedges, ganador del Premio Pulitzer
El periodista Chris Hedges, ganador del Premio Pulitzer, ex corresponsal extranjero de The New York Times y reportero de guerra, escribió este artículo llamado “Esta rebelión no se detendrá”, en el primer número de la publicación de Ocupa Wall Street, The Occupied Wall Street Journal. Hedges fue arrestado, con una docena más de manifestantes de Ocupa Wall Street el 3 de noviembre pasado, luego de realizar un juicio de mentiritas, en Plaza Libertad, y dirigirse al edificio de Goldman Sachs para entregar el veredicto.
Hace tres semanas, los primeros activistas tomaron Zuccotti Park, pero los dueños y señores financieros situados en los rascacielos contiguos, desde donde apuestan dinero y vidas, mantienen doblegados a la clase política, la prensa y el poder judicial, destruyen el ecosistema para lucrarse, y drenan el Departamento del Tesoro mediante especulaciones, apenas se dieron cuenta de su presencia.
Las elites llaman marginados o invisibles a quienes no forman parte de su círculo. ¿Qué importancia tiene para ellos una joven cuyo nombre es Ketchup, que forma parte de una cooperativa de teatro en Chicago y trabaja como mesera para pagar sus facturas? ¿Qué podrían hacerles ella y los demás manifestantes de Zuccotti Park? ¿Qué amenaza podrían representar los débiles ante los fuertes?
Estos idólatras financieros creen que el dinero — como los $4,6 millones que J.P. Morgan Chase recién donó al Departamento de la Policía de la Ciudad de Nueva York — perpetuará su poder y su seguridad. Adoran a los ídolos mercantiles, cegados por su prepotencia, inmunes ante el sufrimiento humano, desenfrenados en su avaricia, pero aprendieron una lección sobre la locura de su arrogancia.
Tres semanas después, las elites y sus portavoces mediáticos siguen confundidos con respecto a lo que queremos. ¿Dónde está la lista de demandas? ¿Por qué no presentan metas específicas? ¿Por qué no pueden articular sus necesidades?
Para nosotros, la meta es muy clara y se resume en una palabra: REBELIÓN. No vinimos a trabajar dentro del sistema. No buscamos negociar una reforma electoral con el Congreso; la política electoral es una farsa. Conseguimos otra manera de ser escuchados y ejercer el poder. No creemos en el sistema político ni en ninguno de los partidos mayoritarios. La prensa corporativa no amplificará nuestras voces; por eso contamos con nuestra propia prensa. La economía sirve a los oligarcas. Para sobrevivir esta protesta, necesitaremos crear sistemas comunales desjerarquizados y encargados del bien de todos.
Las elites no comprenden estas metas. No ven el día en que ya no controlarán nuestras vidas. Creen e intentan convencernos de que la globalización y el capitalismo desmedido son la ley natural, una dinámica perenne que nunca podrá ser modificada.
Este grupo erra al no ver que la rebelión no se detendrá hasta que extingamos el estado corporativo. No se detendrá hasta que paremos el abuso de los pobres, trabajadores, ancianos, enfermos, niños, de los muertos en nuestras guerras imperiales y los torturados en nuestros centros clandestinos. No se detendrá hasta que paremos las ejecuciones hipotecarias. No se detendrá hasta que los estudiantes dejen de endeudarse para obtener una educación. No se detendrá hasta que las familias dejen de irse en bancarrota para pagar sus gastos médicos. No se detendrá hasta que paremos la destrucción corporativa del ecosistema. No se detendrá hasta que reorganicemos radicalmente nuestras relaciones interpersonales y con el planeta.
Y es por esto que las elites y su sistema corporativo putrefacto están en serios problemas, porque siguen preguntando cuáles son nuestras demandas y no saben lo que está ocurriendo. Son ciegos, sordos y tontos.
traducido por mariné pérez editado por maleni romero
Originalmente fue publicado en The Occupied Wall Street Journal
Hace tres semanas, los primeros activistas tomaron Zuccotti Park, pero los dueños y señores financieros situados en los rascacielos contiguos, desde donde apuestan dinero y vidas, mantienen doblegados a la clase política, la prensa y el poder judicial, destruyen el ecosistema para lucrarse, y drenan el Departamento del Tesoro mediante especulaciones, apenas se dieron cuenta de su presencia.
Las elites llaman marginados o invisibles a quienes no forman parte de su círculo. ¿Qué importancia tiene para ellos una joven cuyo nombre es Ketchup, que forma parte de una cooperativa de teatro en Chicago y trabaja como mesera para pagar sus facturas? ¿Qué podrían hacerles ella y los demás manifestantes de Zuccotti Park? ¿Qué amenaza podrían representar los débiles ante los fuertes?
Estos idólatras financieros creen que el dinero — como los $4,6 millones que J.P. Morgan Chase recién donó al Departamento de la Policía de la Ciudad de Nueva York — perpetuará su poder y su seguridad. Adoran a los ídolos mercantiles, cegados por su prepotencia, inmunes ante el sufrimiento humano, desenfrenados en su avaricia, pero aprendieron una lección sobre la locura de su arrogancia.
Tres semanas después, las elites y sus portavoces mediáticos siguen confundidos con respecto a lo que queremos. ¿Dónde está la lista de demandas? ¿Por qué no presentan metas específicas? ¿Por qué no pueden articular sus necesidades?
Para nosotros, la meta es muy clara y se resume en una palabra: REBELIÓN. No vinimos a trabajar dentro del sistema. No buscamos negociar una reforma electoral con el Congreso; la política electoral es una farsa. Conseguimos otra manera de ser escuchados y ejercer el poder. No creemos en el sistema político ni en ninguno de los partidos mayoritarios. La prensa corporativa no amplificará nuestras voces; por eso contamos con nuestra propia prensa. La economía sirve a los oligarcas. Para sobrevivir esta protesta, necesitaremos crear sistemas comunales desjerarquizados y encargados del bien de todos.
Las elites no comprenden estas metas. No ven el día en que ya no controlarán nuestras vidas. Creen e intentan convencernos de que la globalización y el capitalismo desmedido son la ley natural, una dinámica perenne que nunca podrá ser modificada.
Este grupo erra al no ver que la rebelión no se detendrá hasta que extingamos el estado corporativo. No se detendrá hasta que paremos el abuso de los pobres, trabajadores, ancianos, enfermos, niños, de los muertos en nuestras guerras imperiales y los torturados en nuestros centros clandestinos. No se detendrá hasta que paremos las ejecuciones hipotecarias. No se detendrá hasta que los estudiantes dejen de endeudarse para obtener una educación. No se detendrá hasta que las familias dejen de irse en bancarrota para pagar sus gastos médicos. No se detendrá hasta que paremos la destrucción corporativa del ecosistema. No se detendrá hasta que reorganicemos radicalmente nuestras relaciones interpersonales y con el planeta.
Y es por esto que las elites y su sistema corporativo putrefacto están en serios problemas, porque siguen preguntando cuáles son nuestras demandas y no saben lo que está ocurriendo. Son ciegos, sordos y tontos.
traducido por mariné pérez editado por maleni romero
Originalmente fue publicado en The Occupied Wall Street Journal
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