PERSPECTIVAS SOCIOLÓGICAS FRENTE AL DEBATE ANTI-NUCLEAR


PERSPECTIVAS SOCIOLÓGICAS FRENTE AL DEBATE ANTI-NUCLEAR
por Rafael Huacuz Elías
huacuz@yahoo.com


Me he referido al titulo de este ensayo, por el argumento (convencimiento) que ejerce sobre nosotros la percepción que tenemos de lo que consideramos: conocimiento, el cual depende, de cómo nuestros referentes lo interpretan, independientemente si éste saber, pertenece al campo de la intuición o discernimiento, tanto empírico como científico. Es decir, el razonamiento que subyace tras el análisis de un tema, depende en menor o mayor medida, de nuestros referentes culturales; de nuestro nivel de información; de nuestra capacidad argumentativa para procesarlo o aplicarlo; pero sobre todo; del discurso del poder para validarlo, vía repetición como demostración; o el uso de este poder para desinformar, mediante argumentos transversales que confunden y engañan.

Bajo esta perspectiva, considero que el debate antinuclear se encuentra ante la ironía del riesgo, como el sociólogo Alemán Ulrick Beck lo llamó. Ironía que intenta prevenir un peligro que no se puede comprobar. Así, el riesgo global representa la anticipación de la catástrofe, una percepción que a menudo ignora las mismas precondiciones que lo generan.

El tema nuclear, es fiel ejemplo de tres características propias en torno al riesgo: 1) la deslocalización geográfica; 2) el carácter hipotético de su magnitud; y 3) la no compensatoriedad (Beck, 2002).
1) Respecto a la deslocalización geográfica, podernos señalar que el peligro del tema nuclear, no fue exclusivo para países promotores o consumidores de esta industria, sino que se extendió incluso al espacio con aquella pesadilla fantasiosa del proyecto de defensa antimisiles de los Estados Unidos.
2) El carácter hipotético de la magnitud; por ejemplo podemos señalar los efectos sufridos en Europa tras la explosión de chernobil, una nube radioactiva que alertó al mundo, tras ofrecernos terribles imágenes de lo que puede ser un accidente de esta naturaleza.
3) Finalmente sobre la no compensatoriedad; podemos seguir el ejemplo anterior; tras el accidente de Chernóbil fueron contaminadas 784 320 Ha de terrenos agrícolas y 694 200 Ha de Bosques; 350 400 personas fueron desplazadas de la zona y más de 4 millones y medio de personas aun viven en zonas contaminadas. Lo anterior representa un incremento en la tasa de mortandad que afecta y afectará a miles de personas más.

Pero regresando al análisis sociológico, Beck, junto con Giddens (como muchos otros), se sitúan en una posición de pensamiento crítico que enfrentan las tendencias complacientes del postmodernismo---. Bajo sus postulados, defienden el pensamiento sociológico reflexivo el cual no abandona el análisis crítico frente a los problemas actuales de la sociedad contemporánea como generadora de una fuente constante de incertidumbre, inseguridad y riesgos. Por ejemplo, los de la industria nuclear, que sentencian a muerte y ponen en la encrucijada, la capacidad de sostenibilidad humana, frente al tema ecológico.

Los impactos globales de libre mercado en bienes y capitales, la destrucción de la naturaleza y las nuevas formas de alienación; ponen en entre dicho la capacidad de supervivencia de las estructuras sociales tal como las conocemos hoy día. Incluso, algunos modelos de simulación informática sobre el medioambiente, plantean que entre el 2030 y el 2050; será el punto de inflexión negativo, para la supervivencia de la humanidad.

La creciente demanda energética, la amenaza del calentamiento global producto del cambio climático, así como el innegable declive de los combustibles fósiles, contribuyen a que diversos grupos económicos y políticos en pro de la energía nuclear, alienten su expansión y difusión. El discurso científico con el que se manifiestan los promotores de esta supuesta “alternativa energética”, se difunde cual profetas nucleares, ante el inminente final de la era del petróleo (peak Oil), con ello, cierran el paso a una discusión profunda, con un rango más amplio de voces, es decir: un mayor número de sectores sociales no doctos al tema, para que se incorporen al debate energético pos-petrolero.

He de confesar que en mi caso, soy neófito en el tema anti-nuclear, sin embargo, ya en 1979 la Fundación para la Acción Ambiental (Environmental Action Fundation) declaró: No hace falta ser científico, ni ingeniero nuclear para participar en este debate (recuérdese el texto sobre Accidents Will Happen), o participar en otros debates similares, socialmente reconocidos o no como riesgos, que saturan la agenda ambiental.

Aun antes del accidente del reactor nuclear de Chernóbil (en la extinta Unión Soviética), existe un evidente ocultamiento o confidencialidad sobre los peligros inherentes a la industria nuclear. EL artificio informativo en el tema, se promueve desde diversos sectores: científicos, políticos o ambientalistas, que en contubernio con los medios, generan toda una cantidad de propaganda pro-nuclear. Por ejemplo, resaltan sus beneficios: “la energía nuclear no produce gases de efecto invernadero” como el CO2. La censura sobre los riesgos asociados a la producción de energía nuclear se impone. Las popularizadas frases de: “libertad de información” o “acceso a la información pública” -repetidas hasta el cansancio por políticos y medios- validan en teoría nuestros derechos democráticos, a pesar de la unilateralidad del discurso dominante. Sin embargo, existe poca evidencia que reflexione en el tema nuclear, y lo internalice como un problema de alto riesgo social y ambiental.

Desde la puesta en marcha del primer reactor nuclear en 1943, vía el proyecto Manhattan que detonó la primera bomba atómica en 1945 , actualmente en el mundo existen 442 reactores nucleares en funcionamiento , localizados en 31 países de cuatro continentes: Europa con 203; América con 127; Asia 110; África 2.

En los últimos 12 años se han clausurado 33 reactores en todo el mundo y se han conectado a la red 54, lo que significa un incremento neto de menos de dos reactores por año. El incremento anual de producción energética con la fisión del átomo, incluidos los aumentos de potencia, han sido de unos tres gigawatios que, si se comparan con los 150 gigawatios de incremento global anual de generación eléctrica, lo cual supone una cuota de mercado de sólo el 2 por ciento.

Por otra parte, en su texto sobre el impacto de la energía nuclear sobre la salud y el medioambiente: ¿Átomos de fiar? Rodríguez Ferré declara: ningún debate sobre el tema nuclear, ya sea de tipo económico, energético, militar o político, puede obviar una de las consecuencias más notables del ciclo nuclear en su conjunto: los efectos que las radiaciones ionizantes producen sobre la salud y el medioambiente. Bajo esta consigna, hay que destacar que no es posible estimar una dosis por debajo de la cual la radiación nuclear no produzca efectos patológicos; la intensidad y la fuente de radiación, la dosis total recibida, la duración temporal de la exposición, la edad del sujeto expuesto, en conjunto producen males que tarde o temprano desencadenaran sus respectivas consecuencias; por tanto, puede decirse que: “así como no existe una dosis de radiación segura, tampoco existen fines dignos dentro de esta industria” (Ferré, 2007). Los suministros, consumo y sumideros de lo nuclear, ya sea con fines pacíficos o en la industria militar, generan más inconvenientes para el medioambiente y la salud humana que oportunidades o mejoras.

En este sentido el Pensador Húngaro István Meszáros (Meszáros, 2001) declaro la necesidad de una profunda transformación estructural, de movimientos y acciones, ya sean emancipadoras o revolucionarias, esta transformación estructural no es una necesidad teórica, ni histórica, ni siquiera sociopolítica, es una necesidad biológica; cito: El capitalismo ha entrado en contradicción con la vida y con el planeta. Ya ha llegado a ese extremo que lleva a la destrucción de la vida sobre la tierra. Este autor reconoce que, para lograr una gran transformación, será menester disolver las diferentes dimensiones del liberalismo global que se encuentran profundamente articuladas; a saber: el capital, el trabajo y el Estado.

Finalmente, habría que señalar la necesidad por sumarnos a esta trasformación, reconozco el esfuerzo de quienes, como en este evento, ofrecen su ejemplo para producir estos cambios, en este caso desde la autónoma trinchera universitaria, en oposición al pensamiento dominante.








Bibliografía para consultar
Anna Cirera, Joan Benach, Eduard Rodríguez Farre, (2007), ¿Átomos de fiar? Impacto de la energía nuclear sobre la salud y el medio ambiente, Los Libros de la Catarata. Madrid.

Beck, Ulrich (2002). La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Ediciones Paidós, Ibérica.
Lorna Salzman, The Illusion of Protection, Southampton Press: July 7, 1994.
---Nuclear Power/Weapons Links, (1986), SEA Alliance News, no. 36
---Advertising & the Corrupting of America, (1982) Business & Society Review, no. 41.
---Radioactive Waste, (1982), Island Free Press, Vol. 3: August.
---Our Nuclear Achilles Heel, (1981), letter, NY Times: June 17.
---The World's Most Dangerous Garbage, (1979) “Accidents Will Happen”, Environmental Action Foundation, Harper & Row.
---Amazing Grace, (1979) letter, The Sciences.
---Nuclear Reaction: Pro and Con, (1979), Daily News: April 8.
---Nuclear Fuel Services: NY's Unhappy Waste Valley, (1978), Syracuse Peace Council Newsletter: April.
---Burden of Proof is on Nuclear Proponents, (1975), Newsday: February.
---Nuclear Hazards, (1980), Media Performance Report, S. Brackman, ed., Vol. 1, no. 1.
Meszáros István, (2001), El siglo XXI: ¿socialismo o barbarie? En:
http://www.ddooss.org/articulos/entrevistas/Istvan_Meszaros.htm

Rodríguez Farré; López Arnal Salvador, et al. (2008), Los efectos de la energía nuclear en la Salud y el Medio Ambiente; España, Ed. El viejo Topo

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